Poemas por el día de la mujer

Poemas por el día de la mujer

Poemas por el día de la mujer

 Poemas de agradecimiento y admiración para nuestra madre, hermana, pareja, compañera o para cualquier otra mujer cercana a nuestra vida. Para el Día Internacional de la Mujer

 

Todos los hombres de una forma u otra, tenemos que agradecer a la mujer nuestra existencia y felicidad. Son ellas la causa y propósito de nuestra vida.

 

Quienes nos acompañan, endulzan nuestras vidas, perfuman nuestro alrededor, consuelan y alivian nuestros tropiezos, nos estimulan, alientan y nos dan la fuerza que a veces necesitamos para salir adelante.

Poema dedicado a la mujer

La mujer que camina de Basilio Sánchez

"La mujer que camina delante de su sombra.

Aquella a quien precede la luz como las aves

a las celebraciones del solsticio.

La que nada ha guardado para sí

salvo su juventud

y la piedra engarzada de las lágrimas.

Aquella que ha extendido su pelo sobre el árbol

que florece en otoño, la que es dócil

a las insinuaciones de sus hojas.

La mujer cuyas manos son las manos de un niño.

La que es visible ahora en el silencio,

la que ofrece sus ojos

al animal oscuro que mira mansamente.

La que ha estado conmigo en el principio,

la mujer que ha trazado

la forma de las cosas con el agua que oculta".

Poemas por el día de la mujer

Dios me hizo mujer

 

Y Dios me hizo mujer, de pelo largo,

ojos, nariz y boca de mujer.

Con curvasy pliegues

y suaves hondonadas

y me cavó por dentro,

me hizo un taller de seres humanos.

Tejió delicadamente mis nervios

y balanceó con cuidado

el número de mis hormonas.

Compuso mi sangre y me inyectó con


 Ella para que irrigara todo mi cuerpo;

nacieron así las ideas, los sueños, el instinto.

Todo lo que creó suavemente a martillazos

de soplidos y taladrazos de amor,

las mil y una cosas que me hacen mujer

todos los días por las que me levanto orgullosa

todas las mañanas y bendigo mi sexo.

 Poemas para el día Internacional de la mujer


Somos mujeres

Miradnos.

Somos la luz de nuestra propia sombra,

el reflejo de la carne que nos ha acompañado,

la fuerza que impulsa a las olas más minúsculas.

 

Miradnos.

Decidimos cambiar la dirección del puño

porque nosotras no nos defendemos:

nosotras luchamos.

 

Miradnos.

Somos, también, dolor, somos miedo,

somos un tropiezo fruto de la zancadilla de otro

que pretende marcar un camino que no existe.

 

Somos, también, una espalda torcida,

una mirada maltratada, una piel obligada,

pero la misma mano que alzamos

abre todas las puertas,

la misma boca con la que negamos

hace que el mundo avance,

y somos las únicas capaces de enseñar

a un pájaro a volar.

 

Miradnos.

Somos música,

inabarcables, invencibles, incontenibles, inhabitables,

luz en un lugar que aún no es capaz de

abarcarnos, vencernos, contenernos, habitarnos,

porque la belleza siempre cegó los ojos

de aquel que no sabía mirar.

 

Nuestro animal es una bestia indomable

que dormía tranquila hasta que decidisteis

abrirle los ojos con vuestros palos,

con vuestros insultos, con este desprecio

que, oídnos:

no aceptamos.

 

Miradnos.

Porque yo lo he visto en nuestros ojos,

lo he visto cuando nos reconocemos humanas

en esta selva que no siempre nos comprende

pero que hemos conquistado.

 

He visto en nosotras

la armonía de la vida y de la muerte,

la quietud del cielo y del suelo,

la unión del comienzo y del fin,

el fuego de la nieve y la madera,

la libertad del sí y el no,

el valor de quien llega y quien se va,

el don de quien puede y lo consigue.

 

Miradnos,

y nunca olvidéis que el universo y

la luz salen de nuestras piernas.

Porque un mundo sin mujeres

no es más que un mundo vacío y a oscuras.

 

Y nosotras estamos aquí para despertaros

y encender la mecha.


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